Día 9: Guilin, crucero Río Li

Para desayunar decidimos salir a la calle, ayer habíamos visto uno que tenía el logo copiadito al Starbucks, estaban abriendo pero nos dejaron entrar, lo que pasa es que cafés sí que habían, pero del tema bollería o similar nada de nada; nos tomamos unos cafés y unos capuchinos que nos costaron 130 ¥. Que caro es el café en este país.

De vuelta al hotel vimos que allí tenían unos pasteles, así que nos compramos unos cuantos por 70 ¥, visualmente tenían muy buena pinta, pero de sabor muy sosos.


Hoy teníamos excursión por el RIO LI, y nos habían citado en la puerta del hotel a las 10, llegamos un poco antes y allí nos estaba esperando un guía con un bus, al poco paramos y subió más gente, prácticamente se llenó el bus. De camino hicimos una parada para ir al baño. Y luego retomamos el trayecto, el viaje duró alrededor de 1’30 horas.

Primero nos peleamos con el guía, porque en las barcas iban solo 4 personas, y nosotros éramos 5; y por email al reservar, nos habían dicho que era posible. Tras la conversación con el guía entendimos que dependía del caudal del río, y que ahora no se podía.

Tras esta pequeña disputa iniciamos otra. Ahora teníamos (ya pagado) un crucero en “barca de bambú” que te deja en Yangshuo, y luego tu ya vuelves por tu cuenta a Guilin. Pero luego nosotros además queríamos ir a unas cuevas, el nos decía que con los autobuses no daría tiempo y nosotros que sí, que ya lo habíamos avisado por email (y nos habían dado precio y todo); al final conseguimos entendernos, y es que en bus no daría tiempo, pero en taxi sí. Pero cuando nos dice que le tenemos que pagar 300 ¥  por el taxi y 150 ¥ más por las entradas, y que se lo tenemos que dar en ese momento por adelantado, pues claro salió el español que llevamos dentro, y no nos fiábamos, pero no teníamos otra, o le pagamos y a ver que salía, o no habían cuevas. Claro toda esta conversación transcurrió en “espaninglish” y “chininglish”, y a veces era complicado entenderse.

Lo más gracioso es que ese precio era inferior al que nos habían dado por internet. Supuestamente el crucero valía 180 ¥ cada uno, y sí queríamos el transporte privado para llevarnos a las cuevas sin la entrada subía a 280 ¥ cada uno; pero al final nos salió el crucero, con el transporte privado y la entrada a las cuevas incluidas por 220 ¥. En el precio que nos dijeron por email las entradas no estaban incluidas, y no sabemos exactamente lo que fue porque no nos dieron ninguna entrada, pero según teníamos entendido eran 90 ¥.

Aclarado este tema, sobre las 12 de mediodía ya comenzamos con el crucero, infinidad de barquitas iban por el río Li, pero el paisaje es tan bonito de que te olvidas. Ibamos las dos parejas en una barquita y Santi en otra con el guía, así no se nos iba a escapar con la pasta, porque no estábamos nada convencidos de que aquello fuera a salir bien.



















Las barquitas hacieron una parada técnica, en una especie de “área de servicio” donde puedes tomar refrescos y cervezas, comprar regalitos, y hacerte foto con los cormoranes (te dejan hacerte la foto por 10 ¥). Duraría unos 20 minutos.









Que bien nos sentó aquella cerveza bien fresquita.



Después de la parada técnica ya quedaba poco al viaje.





Llegando al embarcadero nos cruzamos con uno de los barcos grandes.


Y sobre las 2 de la tarde, ya llegamos al embarcadero.




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Luego en una especie de furgoneta/tuctuc grande, nos llevaron en un trayecto cortito hasta Xinping, en un caos de tráfico impresionante, con toda la gente que había llegado en ese momento. La verdad es que el guía se lo curró, porque controlar a todos y no perder a nadie aquí nos pareció espectacular; al iniciar el crucero por la mañana nos habían puesto una pegatina con un osito panda para identificarnos, pero aun así tiene mérito.


Después nos montamos con el guía en un microbus, totalmente occidental con su aire acondicionado, que nos llevaría hasta Yangshuo. Nuestro bus es el de la derecha.



El trayecto fueron unos 20 minutos a Yangshuo, que es donde te tienes que buscar la vida para volver a Guilin (en bus de línea o taxi). Al llegar a un cruce dice “los five” abajo, y nosotros “¿aquí en un cruce nos vamos a quedar?”, pues sí, allí estaba una Van esperándonos; pero ese instante en que nos dice que tenemos que bajar allí en un cruce y no habíamos visto nuestro taxi, pensamos que allí nos dejaba tirados.

Nos montamos, y como el día ya sabíamos que iba a ser muy apretado y no habría tiempo de comer, nos habíamos llevado un montón de galletitas y barritas energéticas.

Al poco para en una especie de taller-bar, mosqueo, pero de allí salen 3 tíos, y le arreglan una cosa al coche, parece ser que delante no iba bien el aire acondicionado. Durante el camino siempre íbamos pensando que no llegábamos a las cuevas, ya que cerraban a las 5 de la tarde.

Las cuevas están en las afueras de Guilin, y al llegar a la ciudad, paró de nuevo, y por el retrovisor vemos un tío corriendo que se acercaba, ni más ni menos que para darle las entradas al chofer.

Al llegar a las cuevas, se puede decir que nos estaban esperando, porque todo este trayecto transcurrió entre llamadas y llamadas del conductor, supongo que atando las cosas.

Nuestra vena española, todavía desconfiaba, y pensábamos que a ver como le explicábamos al conductor, que luego ahí, que nos tenía que devolver a Guilin, pues no hizo falta, el conductor entró en las cuevas con nosotros.

La visita a la CUEVA DE LA FLAUTA DE LA CAÑA (LU DI YAN), era guiada, y comenzamos a las 5 de la tarde, hora que supuestamente cerraban. Evidentemente no nos enteramos de lo que contaban, pero conseguimos ver la cueva, la vista duró unos 30 minutos. Las fotos no le hacen justicia pero eso de iluminar la cueva con tantos colores es bonito.






Al acabar la vista, dijimos ahora hay que decirle al chofer que queremos ir al baño, pues ni eso hizo falta, antes de que se lo dijéramos ya nos estaba señalando los baños; se nos debía notar porque llevábamos algo así como 2 horas meándonos, pero es que no habíamos tenido tiempo.

Llegamos al hotel a las 6’15, y nos hicimos una foto con nuestro taxista, le dimos una buena propina, no recuerdo cuanto, pero era una cantidad irrisoria para nosotros. Delante de ti nunca lo miran, pero luego Alfredo lo miro de reojo, y la propina debía haber sido buena, porque tenía una sonrisa de oreja a oreja.


Subimos a las habitaciones para refrescarnos y cambiarnos de ropa solamente, ya que todavía no habíamos comido, así que hicimos una comida-merienda-cena. Elegimos un restaurante que estaba a escasos metros del hotel, pero no había ni un occidental. Se ve que como es un hotel de lujo, solo va gente de circuitos y esos no salen del hotel. Eran las 7 de la tarde, en un día normal muy pronto para cenar, pero hoy teníamos un hambre que no veas. El restaurante estaba a tope, pedimos seis platos, y los chicos se pidieron algún pinchito (de pajaritos); de los seis platos la mitad fueron totalmente a la aventura, e incluso tras probarlos fuimos incapaces de saber que era. La comida junto con las cervezas y refrescos, nos costó 280 ¥. Cenamos muy bien como siempre.










Después de cenar, nos acercamos a ver las Pagodas del Sol y la Luna de noche y hacerles unas fotos tranquilamente.


Luego continuamos hacia la zona guiri y compramos algún souvenir (imanes que no falten), y después fuimos al mismo Pub de ayer a por unas cervecitas, que nos costaron 180 ¥.

El día había salido redondo, con el crucerito y las cuevas; pero si no fuera porque nuestra parte española no se fía ni de su sombra, pues posiblemente nos hubiera ido mejor.

2 comentarios:

  1. La excursión por el Río Li me parece espectacular, vaya paisaje más chulo!

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  2. El Río Li está muy bien, fue otro de los momentos del viaje; una pena que no luciera un poco más el sol, pero por lo menos no nos llovió.

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