Días 14 y 15: vuelta a casa

Antes de bajar a desayunar pesamos las maletas, y todas estaban dentro del peso. En este viaje nos llevamos una pequeña báscula para pesar las maletas (parece que ha sido bastante fiable), y antes de cada vuelo pesábamos las maletas; ya que como cada uno llevaba la suya para facturar, nos hubiera permitido cambiar cosas de una a otra con tranquilidad; pero esto no hizo falta en ningún vuelo, siempre estaban todas en el peso reglamentario. Las de mano también las solíamos pesar aunque siempre se pasaban, ya que los pesos en los vuelos internos eran 5 kg., pero esas nunca las pesaron; en el primer vuelo interno fuimos más cautelosos, pero luego como vimos que no las pesaban a nadie, pues ya fuimos metiendo más peso.

Bajamos a desayunar, como era más tarde no pudimos ir al de días anteriores, y tras unas cuantas vueltas encontramos uno llamado PACIFIC COFFEE COMPANY, desayunamos los cinco, cafés, capuchinos y bollos, por 285 HK$.

Vimos que el día estaba muy feo, así que comenzamos a  descartar el plan de hoy, que era ir al Buda  gigante en la isla de Lantau, ya que además de la altura, se llega en funicular en un trayecto de 25 minutos.

Tras el desayuno, al llegar a nuestra planta, nos encontramos un cartel que ponía algo así como ALERTA NIVEL 8, que no sabíamos si dicho nivel grave o muy grave, pero nos hacía ya descartar por completo el plan.

Tras hacer el check-out, cogimos el bus a la estación de KOWLOON, ya que allí se podía facturar; el plan que pensamos al final, era pasar el día de centros comerciales, de estación en estación sin salir a la calle, aunque al final nos quedamos en Kowloon.

Al salir con el bus a la calle no había nada de tráfico, era una ciudad desierta, que casi asustaba.

Al ir a facturar, nos dijeron que hasta las 2 de la tarde no se podía (aunque en internet ponía 24 horas antes), así que dimos una vuelta y luego ya volvimos a facturar; después dejamos en una consigna que estaba allí al lado, las maletas de mano; cada una nos costó 55 HK$.

La mañana resultó de lo más aburrida, ya que en el centro comercial solo estaban abiertos los locales de restauración, no había ni una tienda abierta. El centro comercial, que hay que decir que era una pasada, lo de los baños ya era de nota, dudo que entre en un baño que huela tan bien, con tocador, sala de espera con revistero, flipante.


Nos sentamos un rato, salimos a fumar, dimos una vuelta viendo escaparates, y ya fuimos a comer; se notaba que estábamos acabando el viaje, y entre el cansancio y el no tener nada que hacer, nos aburría tremendamente.




En el centro comercial también había un cartel con el nivel de alerta.


Luego paseamos un poco más, y nos tomamos unos cafés para hacer algo de tiempo.

Hubo un momento en que empezaron a abrir tiendas y a venir gente, y es que había bajado el nivel de alerta. Se ve que son unos compradores compulsivos, y la mejor forma de tenerlos en casa con ese nivel de alerta, es no abrir tiendas.


Sobre las 5’30 o 6 cogimos el Airport Express, que en algo menos de media hora te deja en el aeropuerto.


Dimos una pequeña vuelta viendo tiendas, y pasamos el control, al salir del país se da el papelito de la entrada (como en todos los sitios).

Y luego un paseo en busca de la tienda Disney (zona sur), donde todavía cayó algún regalito.

Después comenzamos a buscar sitio para cenar, porque estaba todo lleno de gente, ya que habían muchos vuelos retrasados, no estábamos muy preocupados por el nuestro, porque no se veían retrasos en vuelos internacionales, pero teníamos ya muchas ganas de que el nuestro saliera en las pantallas para asegurarnos.


Cenamos en un italiano, todo muy bueno, pero apenas hicimos fotos, ya que el local era muy oscuro. Nuestras últimas cervecitas asiáticas.


Tras la cena cambiamos el dinero que nos había sobrado, y luego sin prisas pero sin pausa fuimos a la buscar nuestra puerta de embarque, para lo cual había que coger un trenecito. Cuando llegamos a la puerta embarque, nos dijeron que esperáramos 20 minutos, pero nos quedamos allí en la cola. Al final subimos de los primeros sobre 10:30 de la noche, cuando subieron los últimos pasajeros, nosotros ya le habíamos dado la vuelta a todos los menús y jugado a un montón de juegos. La hora prevista eran las 23:05, pero al final salió con una 1 hora de retraso, alrededor de medianoche. Contentos porque nuestro vuelo saliera más o menos en hora, porque por Hong Kong había pasado el tifón Nestat (de esto nos enteramos luego en casa).

A pesar de haber salido con 1 de retraso de Hong Kong, llego a Estambul más o menos en su hora prevista, que era las 5:25 de la mañana.

El transbordo del viaje de vuelta suele ser la mar de aburrido, cansado y triste; primero andamos pasillo arriba, pasillo abajo, para ir haciendo tiempo, ya que entre vuelo y vuelo, habían 5 horas.

Cuando ya llevábamos un buen rato, desayunos, y cuando pusieron nuestro vuelo, fuimos ya hacia la puerta de embarque, pasamos el control en cuanto abrieron. Mientras nos entretuvimos viendo como subían las maletas al avión, y vimos lo mal que las trataban, y encima llovía (cuando las facturamos en Hong Kong estaban limpitas y al llegar a Valencia parecía que venían de la guerra). El vuelo salió bastante puntual a las 10:35, a estas horas ya nos iba venciendo el cansancio, y nos pasamos todo el viaje durmiendo, solo nos desapartamos para comer. Llegamos a Valencia puntales a las 13:35.

2 comentarios:

  1. Aquí empieza lo que menos me gusta de los viajes, aunque lo peor peor es llegar a casa, deshacer maletas, poner lavadoras... Pero siempre se acaba con la satisfacción de otro viaje más a las espaldas, los recuerdos, las fotos, escribir en el blog...contando nuestros viajes seguimos en "destino". Me ha gustado mucho este paseo por China, cuandi pueda ir este diario vendrá conmigo. Un beso!

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  2. Pues si lo peor para mi es llegar a casa y deshacer la maleta, así que últimamente lo hago super rápido.

    Muchas gracias Caliope por habernos leído y por tus comentarios.

    Saludos. Cati.

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