Día 10: Guilin, arrozales de Longsheng

Después de tanta complicación con el desayuno de ayer decidimos ir al buffet del hotel, que estaba bastante bien, no recuerdo exactamente lo que nos costó, pero creo que poco más de 100 ¥ por persona.

Hoy volvíamos a tener coche y guía en español, la salida era como todos los días a las 8’30 y lo que íbamos a visitar eran los arrozales de Longsheng. La excursión de hoy era de las larguitas, de las de 9 horas.

Aquí volvimos a tener suerte con los guías, esta vez era una chica que se llamaba Inma, muy jovencita, y con la que nos divertimos mucho; sus profesores de español habían sido un catalán y un valenciano.

Tras casi 2 horas en coche, llegamos a una especie de estación de autobuses. Allí aprovechamos para ir al baño, y mientras Santi, realizó un de la escenas estelares de este viaje. Había un hombre vendiendo lagartos secos, Santi le pregunta que cuánto valía uno y si se comían, y el tío le mira con cara de estas loco, señalándole que son para la botella; debió de pensar “pues no dice el guiri guarro este, que quería un lagarto de los de la botella de licor, para comérselo”.

Aquí los animalitos.


Allí nos subimos a un autobús, y tras unos 20 minutos llegamos a una parada habitual en la excursión de los arrozales, como es el poblado de las mujeres Yao, que son famosas por sus cabellos largos.





Nada más cruzar el puente ya van apareciendo las mujeres del pueblo, y aquí ya empezaba a triunfar Santi.


Cuando te vas acercando al centro del pueblecillo donde tienen los puestos, son un poco pesadas las mujeres.


Dimos una pequeña vueltecilla y fuimos a un espectáculo, que será para guiris pero nos divertimos un montón, entramos pronto y pillamos primera fila. El espectáculo desde luego es caro, 80 ¥, pero nos lo pasamos bomba.


Primero salían las mujeres cantando y enseñando utensilios de su modo de vida tradicional.




Lo divertido es cuando escenifican una boda, y claro, casamos a Santi, le dijimos a la guía que cuando pidieran a los voluntarios nos avisara. Y claro salió el primero.



La panzada de reír que nos pegamos con Santi, vale los 80 ¥ que pagamos.



Luego para finalizar, las mujeres Yao muestran sus largos cabellos, que según creo recordar se lo cortan 2 veces en su vida, cuando tienen 13 años y cuando se casan, y mientras son solteras llevan el pelo tapado bajo una especie de pañuelo.



Unos cuantos fragmentos de vídeo de la boda.





El chico triunfo tanto que cuando salimos, unas chicas se acercaron a nuestra guía para que le preguntara a Santi si se podían hacer una foto con él.


A la salida, te dan un licor y te pellizcan el culo, que según parece es tradición.


Luego ya cruzamos otro puente y salimos del poblado.



Tras estas risas de nuevo al bus, esta vez uno más pequeño, y tras 20 minutos y un montonazo de curvas increíbles llegamos a PING’AN. Tras mucho investigar por internet hemos averiguado que Longsheng es el nombre de la comarca, Longji es el hombre el chino del paraje “el espinazo del dragón” y Ping’an es el nombre del pueblecillo.

Ping’an es un pueblo enclavado en la montaña y rodeado de arrozales, vas subiendo escaleras por diversas calles del pueblo y vas obteniendo diferentes visiones de la zona, evidentemente los dos últimos miradores son los mejores, ya que desde allí se divisa todo.

Hacía bastante calor, pero se podía aguantar. Cuando llegamos a la entrada eran más o menos las 12’30 del mediodía. La entrada valía unos 70 ¥, pero no lo sé con seguridad porque está era del paquete de entradas que ya habíamos pagado desde casa.




Por 300 ¥ te subían hasta arriba en un sillón, cuando te dicen el precio piensas, que pastón, pero luego lo piensas fríamente y en realidad son poco más de 30 €, que para el curro que se pegan es poco. Durante el camino vimos dos personas subiendo en estas sillas, una chinita que no pesaría ni 40 kilos, pero luego vimos a un guiri que estaría cerca de los 150 kilos; ahí los 300 ¥ nos parecieron poco.

Íbamos andando tranquilamente y parándonos a hacer fotos sobre la marcha.








Además tuvimos suerte, ya que septiembre es una buena fecha para ver los arrozales, estaban de color verde comenzando a ponerse dorados, muy bonito todo el paisaje.







Desde la entrada, a la cima que es el mirador llamado “siete estrellas bailando con la luna” nos llevó 1 hora escasa, parado tranquilamente a hacernos fotos.




Podías hacerte una foto con su traje típico.


Tras llegar al último mirador, tocaba comenzar a bajar.






Y ya tocaba buscar un sitio para comer, le dijimos a Inma que queríamos comer el típico arroz cocinado en caña de bambú.


Cuando llegamos a restaurante, le propusimos que comiera con nosotros, porque nos resultaba muy agradable; y estuvo a punto, pero había otra guía en el restaurante que también iba a comer, y se fue con ella.

Pedimos el arroz en caña de bambú y otros tres o cuatro platos, que junto con las bebidas nos costó 250 ¥; muy bueno como siempre. Comimos en la terracita la mar de bien, fue uno de los momentos del viaje.







Lo más divertido fue el postre, Alfredo vio pasar un plato de sandia cortada y se lo pidió a la camarera señalándoselo; tardó bastante, y cuando apareció nos vino con un zumo de sandía; que panzada de reír; el zumo por supuesto no lo bebimos, estaba bueno, pero no era lo que queríamos.


Cuando estábamos aquí echamos cuentas del tiempo hasta volver al hotel, y nos salían más de 9 horas que eran las que habíamos pagado, le preguntamos a Inma y nos dijo que íbamos bien que no había prisa, así que no nos preocupamos.

Tras la comida, seguimos bajando escaleras por el poblado.







La última foto antes de salir del poblado, y la puerta.



Después ya a coger el bus, en pocos minutos subimos en uno, y está vez ya fuimos directamente a la especie de estación de autobuses que era donde estaba nuestra Van. El trayecto fueron unos 30 minutos, y a pesar de las curvas yo me eche una breve siesta, que supo a gloria.

La vuelta a Guilin fue de 2 horas, con atasco incluido al llegar a la ciudad, pero el viaje fue bastante divertido porque habíamos conectado un montón con Inma, ya que era una chica muy joven, y nos preguntaba un montón de cosas. Nos preguntó que como habíamos realizado el viaje y les habíamos contratado a ellos, al decirle que por internet se quedaba un poco con cara de póquer. También le preguntamos por sus gustos musicales, que si conocía a algún grupo español y nos dijo Fito y Fitipaldis, nosotros le enseñamos a Revolver que lo llevábamos en el móvil. Nos dijo que le encantaría ir a España, a Sevilla concretamente. Intercambiamos comentarios futbolísticos con el chofer, pasando por la traducción de Inma claro. En fin una pena que ya saliéramos de China, y no fuéramos a estar otro día con esta guía. Por cierto al final la excursión duró 10 horas, lo cual quiere decir que nos pasamos 1.

Para mañana por la mañana, teníamos contratado el transfer al aeropuerto, pero como el avión salía a hora de comer teníamos pensado ir a un parque a ver osos panda, la idea era dejar las maletas en consigna del hotel y coger un par de taxis para ir, y otro par de taxis para volver. Cuando Inma nos preguntó que íbamos a hacer mañana, y se lo comentamos, nos dijo que sí queríamos, el chofer podía preguntarle a su jefe cuanto nos costaría añadirle esto. Tras la llamada nos dijo que 100 ¥, y le dijimos que si, en taxi nos hubiera salido por la mitad, pero es que estábamos hablando de 10 € entre los cinco.

También le dijimos a la guía si nos recomendaba un sitio para masajes de pies, se ofreció a acompañarnos a uno que ella conocía. Nos pareció bien, reservamos para después de cenar, y nos lo anotaron en una tarjeta; así luego ya con solo enseñar la tarjeta ya no había nada que explicar.

Tras esto nos despedimos de Inma, todos habíamos pasado un día muy divertido, porque le enseñamos cosas del idioma, y la chica creo que vio en nosotros una oportunidad de aprender y se lo paso genial.

Luego unas duchitas, que bien merecidas teníamos hoy.

Por cierto nuestro hotel era un hotel de bodas, allí teníamos todos los dos días por lo menos dos bodas, con un trasiego de gente considerable; sobre todo cuando llegábamos por la tarde.

Cuando salimos de nuevo a la calle fuimos a la fachada del hotel, ya que todos los días a las 8’30 cae una cascada de agua, acompañada de música. Cosas de los chinos, que ya no saben que inventar.


Luego cena en un sitio en la zona de guiris, que la guía nos había dicho que estaba bastante bien, y así ya nos pillaba cerca del sitio de masajes, no recuerdo cuánto costó pero algo dentro de lo normal.





Y después a los masajes, habíamos elegido el de pies que son los famosos por China, fueron 120 ¥ cada uno por 1 hora, y nos gustaron mucho. Te sientan en unos cómodos butacones, y tras el masaje de pies, te hacen un poco de masaje en la espalda. Se veía un sitio muy limpio e higiénico.

Y mañana ya partíamos para ir hacía la última etapa de nuestro viaje, Hong Kong.

6 comentarios:

  1. Qué maravilla los arrozales, siempre me recuerdan esas fotos a los de la National Geographic, quiero ir!!!!

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  2. Fue otro día genial, aquí tuvimos mucha más suerte con la guía, unos paisajes muy bonitos; y ya para rematar el cachondeito que tuvimos todo el día con lo de la boda, que panzada de reír.

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  3. Hola Alfredo y Cati, me podríais decir con qué agencia contratasteis las excursiones?estamos buscando hacerlas con guía en español.
    muchas gracias por el blog!! nos está ayudando mucho a organizar nuestro viaje.
    :)

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  4. Me alegro que te pueda servir nuestro blog en la preparación de vuestro viaje, la compañía se llama TOUR BEIJING, y en el post DATOS DE INTERÉS, está su web y más cosas que te pueden ser de utilidad.

    Saludos, Cati.

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  5. muchísimas gracias!! contactaremos con ellos a ver qué nos cuentan ;)
    saludos
    Mónica

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